Parpadeé unos instantes y observé a mi alrededor. Cuando
comprendí dónde me encontraba, le miré fijamente a los ojos, pero me ignoró, estaba
muy atareado con su trabajo. Sin embargo, continué haciéndolo, necesitaba que
me prestara atención. Con gran esfuerzo logré agarrarle la muñeca izquierda, y
apreté con todas mis fuerzas, o las pocas que conservaba. Esta vez sí,
sorprendido, dejó el bisturí y me miró a los ojos, nuestras miradas al fin se encontraron.
Ahí fue cuando le supliqué, con el alma,
a través de mis ojos, pues no tenía otra manera de hacerlo. No tenía fuerzas
para articular palabra, así que le miré fijamente a los ojos, recé porque
supiera entender mi mensaje. Sólo veía sus ojos, tras unas gafas, el resto de
su rostro estaba tras la mascarilla, y su cabeza se encontraba tapada también
por un pequeño gorro. No sé cuánto
tiempo nos miramos, pero como temía, aquel doctor no supo entender lo que mis
ojos suplicaban. Dirigió unas palabras a una de sus enfermeras, de las que solo
pude entender la palabra anestesia.
Acto seguido, otra, situada tras de mí, aplicó un tubo sobre mi boca. Antes de
caer dormido de nuevo, tuve las fuerzas suficientes para coger el bisturí y clavármelo
en la herida que me había llevado hasta allí. Otra enfermera lanzó un grito,
mientras el doctor me agarraba la mano ensangrentada y gritaba órdenes, de las
que ya no pude entender nada. Todo me daba vueltas, las palabras sonaban como
ecos lejanos y mis ojos se cerraban poco a poco. Caí otra vez en un profundo
sueño.
Al despertar, sólo en aquella cama de hospital, mis mayores
temores se hicieron realidad, seguía con vida.
Me ha gustado esa última línea, es muy... potente.
ResponderEliminarGrazie Mile..!
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