XXVII

XXVII

22 de agosto de 2013

Mi momento de paz

Siempre se produce en la misma situación, sólo cambia la hora y el lugar. Viene justo cuando abro los ojos. Dura tan sólo unos instantes, unos segundos, mientras desorientado, intento despertarme. Mis ojos parpadean y poco a poco comienzo a entender lo que está pasando. Es un nuevo día. Empiezo torpemente a asimilar dónde estoy, qué hice ayer, qué he soñado... Es un momento de paz, mi momento de paz, que no volverá ya en todo el día, no volverá hasta que vuelva a despertarme. Como un chispazo en la oscuridad, como una bala que penetra violentamente en mi consciencia, aparece tu imagen. Ahí acaba mi tranquilidad, mi paz, ahí acaba todo. A partir de ese momento, y a modo de bucle, mi mente empieza a recordar todos los días que compartimos y a lanzar cientos y cientos de preguntas, de las que siempre destaca la misma; ¿Por qué ya no me quieres? Ya no puedo pararlo, las horas transcurren y tu imagen sigue presente, siempre presente. Da igual lo que haga, seguirá ahí hasta que vuelvan aquellos anhelados segundos, hasta que vuelva mi único momento de paz.


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