XXVII

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20 de abril de 2015

1625 caractéres (con espacios)



"Después de mucho tiempo, me di cuenta de lo que más me gustaba de ella era su mirada. Cada día lograba sorprenderme con algo nuevo, pero sobre todas las cosas, su mirada, cuando se posaba fijamente en mí, era lo que más loco me volvía. Sus ojos grandes y redondeados, marrones verdosos, mirándome… En ese momento, ni quería, ni necesitaba nada más.
Me puse a fantasear que llamaba a mi puerta. Como un resorte salía, corriendo de mi cama y al abrir la puerta, allí estaba ella, con su mirada. Aquella tarde, en mi imaginación, íbamos al parque y tomábamos una cerveza paseando de la mano. Luego, nos besábamos sobre la hierba húmeda. Volvía a sorprenderme con algo, y yo, aunque lo consideraba imposible, conseguía enamorarme aún más de su mirada. Pero, sin quererlo, volví súbitamente a la realidad. Seguía sobre mi cama, y el timbre no sonaba. Al ponerme en pie y observar mi reflejo sobre el espejo, fue mi mirada lo que encontré, no la suya, que es la que buscaba y necesitaba desesperadamente. De nuevo, caí violentamente sobre el viejo colchón, mientras desee con todas mis fuerzas que el maldito timbre sonara de una vez. Sé que no lo haría. Hoy no la vería, tampoco mañana, ni pasado.
Pero si había algo que sabía es que cuando, algún día y en algún lado, la viera de nuevo, si el destino era compasivo conmigo y me lo permitía, lloraría de emoción al tenerla ante mí. Como cada día, me sorprendería con algo nuevo. Aunque yo siempre me quedaría, por encima de todo, con aquella mirada penetrante, aunque tierna. Seria, pero cariñosa a la vez. Sin duda, era lo que más me gustaba de ella. ¿O quizás fuera su sonrisa?"

30 de marzo de 2015

XXV


[Y es por ella... Siempre es por ella]

 

11 de febrero de 2015

Naufragio en el Centro Comercial



En ningún sitio era tan irrebatible mi soledad como en un centro comercial. Ver a tanta gente feliz junta hacía que me sintiera como un animal salvaje suelto por la ciudad. Con instintos asesinos, pero en realidad, con más miedo yo de ellos que ellos de mí. Un niño de dos o tres años me miraba con cara de susto desde su carrito. Pobre, pensé, aún te queda mucho por sufrir en esta vida, ya llegará tu ocasión. Andaba a contracorriente entre la gente, con la mirada baja, intentando evitar sus miradas acusadoras que me gritaban: Tú estás sólo, y nosotros no. Llegué por fin a la planta superior y entré en el viejo almacén de ropa al que me dirigía. La joven dependiente esbozó una sonrisa forzada, aceleré el paso y la perdí de vista. Pronto encontré lo que buscaba, y a muy buen precio. Evidentemente, no podía permitirme ningún lujo, pero después de pagar, salí de allí con la sensación de haber tenido (por fin) algo de fortuna. Qué lástima que ese pequeño golpe de suerte en mi vida hubiera llegado en algo tan insignificante como la compra de una camisa de segunda mano. Al salir del almacén, mi pequeño momento de júbilo se vino abajo en un instante. La escandalosa muchedumbre ansiosa por consumir, me quitaba las ganas de vivir. Aceleré el paso, tenía que salir de allí. Cuando ya tenía cerca la salida, la prisa hizo que chocara con violencia con un anciano. Creo que lo rápido que iba le hizo caer, pero no me molesté en girarme, sólo quería salir de allí.
Cuando llegué a casa, tenía la sensación de que aquella tarde había durado cien años. En la soledad de mi hogar, las cosas no mejoraban en absoluto, pero al menos no tenía que enfrentarme a las miradas acusadoras del resto del mundo. Tras servirme (hasta arriba) una copa de whisky, encendí mi viejo televisor, él nunca me miraba con aquellos ojos que había notado sobre mí en el centro comercial. La incoherencia de todo lo que ese maldito aparato emitía, hizo que a los pocos minutos, lanzara la copa en un arrebato de ira desenfrenado. Estaba rota, pero lo peor de todo era, que si quería otra, debía volver a aquel detestable centro comercial.

15 de diciembre de 2014

Mar Adentro

Mar adentro,
mar adentro.

Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.

El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
‘más adentro’, ‘más adentro’
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.


11 de septiembre de 2014

229*

Where does love come from?


12 de agosto de 2014

El destino se escribe esta noche


Mientras caminaba sobre la hierba, con la mirada baja como siempre, recordó el momento en el que la vio por primera vez. Nunca lo olvidaría. Podría olvidarla incluso a ella, pero nunca lo que sintió cuando sus ojos la encontraron aquella noche. Ahora que ya nada sería lo mismo, comprendió que siempre podría guardar para él mismo lo que supuso contemplar por vez primera aquel rostro triste y apagado. Y que nada ni nadie podría arrebatarle nunca eso. Jamás lo olvidaría.  



'lcqeacplda'





3 de agosto de 2014

La culpa es del mundo

'La culpa es nuestra, la culpa es del mundo.
La inteligencia que, supuestamente, los seres humanos poseemos ha sido destruida por la ambición, la codicia y la ira.
Entre muchas otras, las ansías de oro y poder y el odio por el que no es como nosotros ha terminado por convertir al mundo en un lugar horrible. Un lugar donde, muy a nuestro pesar, debemos vivir.
Nacemos, sufrimos y morimos. Ésta es la única realidad.
Llegamos a esta vida llorando, tal vez, sea una señal. Morir, en silencio y en paz, otra. Quizás, todo el sufrimiento de nuestras vidas sea el prólogo para un nuevo despertar. Tal vez la muerte de paso a una vida donde la verdadera felicidad sea posible.
Mientras tanto, no busquemos culpables, los hallaremos sólo mirándonos al espejo. La culpa es nuestra, la culpa es del mundo.'





21 de abril de 2014

Los castillos que el alma construye para luego dejar atrás







Para J.R.G.L.





Parte I. Castillos en la oscuridad

I. Le encantaban los castillos
II. La princesa solitaria
III. Asalto al castillo
IV. Hermanito ¿Dónde estás?
V. Algo que nunca debería haber escuchado
VI. El bardo
VII. El aburrimiento da paso a la conmoción
VIII. El infiltrado
IX. Una petición desesperada
X. ¡Nos vamos!
XI. Los arrebatos de ira no alejan las preocupaciones más intensas
XII. Conversaciones en la oscuridad 
XIII. La chica que contemplaba su reflejo en el agua del lago 
XIV. Un mal presentimiento al amanecer 
XV. La venganza del bosque 
XVI. Nervios, tensión y una despedida 
 XVII. Los castillos que el alma construye para luego dejar atrás (Para G.C.L.T.)
XVIII. Los problemas aparecen cuando menos te lo esperas 
XIX. El adiós más difícil
XX. No dormir trae momentos de soledad y más de un susto
XXI. Un nuevo despertar
XXII. Reflexiones a la soledad
XXIII. No hay vuelta atrás
XXIV. Un encuentro entre los árboles
XXV. Una pizca de luz es suficiente para acabar contoda la oscuridad
XXVI. Algunas palabras dulces convierten la rabia en bondad
XXVII. La culpa es del mundo
XVIII. Un fantasma bajo la luz del sol
XXIX. El destino comienza esta noche (Para M.S.J.J.)
XXX. Reflexiones a la esperanza
 


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